AMALIA AVIA PEÑA
Nació en Santa Cruz de la Zarza, Toledo, el 23 de abril de 1930. Pasó su infancia y juventud en el Madrid de la guerra y post-guerra civil española que marcó su vida y su obra pictórica.
Comenzó su formación artística en el estudio de Eduardo Peña en la década de 1950. Posteriormente realizó su formación oficial en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, en donde coincidió con muchos de los grandes pintores de su generación, entre ellos Lucio Muñoz, que fue su marido, con Carmen Laffon, y Antonio López, entre otros.
Su primera exposición individual la realiza en Madrid en la galería “Fernando Fe”, y expone en numerosas muestras sobre el realismo español por todo el mundo.
En 1997 le fue concedida la Medalla al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Madrid, tras la Exposición Antológica que realizó en el Centro Cultural de la Villa de Madrid.
Su pintura de corte realista, tiene como tema fundamental las calles de Madrid, en sus primeros años, en la década de 1980 comenzó a pintar también interiores.
En su primera época su obra denota un carácter más social, aunque la figura humana irá paulatinamente desapareciendo de sus pinturas. La propia pintora reconoció en diversas ocasiones que la suya “no es una pintura hiperrealista, que no busca la perfección técnica, sino ser capaz de reflejar la huella de lo humano, de esas vidas anónimas que tanto le atraen”.
En la década de 1980 comenzó también a pintar interiores, siempre captados con la misma atmósfera personal y subjetiva que caracteriza toda su pintura.
Muchos e importantes personajes de la cultura han escrito sobre ella, Camilo José Cela dijo: “Amalia Avia que es la pintora de las ausencias, la amarga cronista del “por aquí pasó la vida marcando su amargura e inevitable huella de dolor”.
Su obra está representada en numerosos museos, colecciones públicas y privadas, entre ellos: Colección Municipal del Ayuntamiento de Santa Cruz de la Zarza, los Museos de Arte Contemporáneo de Madrid y Toledo, la Fundación Juan March, la Galería Nacional de Sofía (Bulgaria), los museos de Vitoria, León, Elche, Winterthur, Santa Cruz de Tenerife y Vilafamés, el Museo de la Solidaridad y la Residencia Salvador Allende en Chile, el Museo Municipal de Madrid, el Museo Extremeño de Arte Contemporáneo en Cáceres y las colecciones del Chase Manhattan Bank, el Banco Hipotecario, el Hispano Americano, el Banco de España y la Unión Española de Explosivos. Murió el 30 de marzo de 2011, en Madrid. -
Información obtenida de: http://trianarts.com/mujeres-pintoras-el-madrid-de-amalia-avia/#sthash.xDrrfTWm.dpbs
"Obras de Amalia Avia de la Colección de la Colección Municipal"
Es un verdadero acontecimiento que el Ayuntamiento de Santa Cruz de la Zarza, el toledano lugar natal de Amalia Avia, le dedique este fraternal homenaje que su ilustre artista se merecía desde hace mucho tiempo. La obra de esta pintora, adoptada con tanta pasión por el paisaje urbano madrileño, tiene desde ahora un espacio propio de serena contemplación en el corazón de su tierra, y muy cerca también del corazón de todos sus paisanos.
Para ello se han elegido, como primer núcleo de una muestra permanente dispuesta a crecer en el futuro, una importante colección de sus mejores grabados, el aspecto más íntitmo de su producción artística, con los que el espectador puede establecer a partir de hoy un diálogo tan personal como entrañable.
Los grandes temas de su pintura están también en estas aguafuertes que retratan con maestría las zonas más humildes de lo cotidiano, esos espacios reservados de los interiores, y también el mundo de laz calle con sus personajes más sencillos.
Mirar Madrid es siempre un ejercicio apasionadamente retrospectivo para una artista como Amalia Avia, que ha dedicado gran parte d3e su ya larga y fructífera obra pictórica a buscar sus rincones más típicos, aquellos que por un milagro se han salvado de las inclemencias del progreso. Buscadora de viejas fachadas rancias, de frentes de comearcios antiguos y condenados a la desaparición, nuestra pintora no ha cesado de darnos esas imágenes melancólicas y desgastadas que con su supervivencia evocan una ciudad fantasmal en vías de extinción.
Es Amalia Avia pintora de los hjábiles pinceles, devotos de la minucia, del detalle, la que no quiere dejarse vencaer por ese tiempo inmisericorde que nos va borrando los recuerdos, cegando la vida de los amigos, destruyendo una a una nuestras refeerencias mas quewridas. Ese sentimiento del arte como duración es más fuerte en ella que las calamidades de la realidad, por eso su voluntarioso realismo, se va transformando cada día más a¡en un coruioso realismo onírico. Así, sus paisajes urbanos de Madrid, o de una prodigiosa esquina de la ciudad portuguesa de Braga puyedes parecernos ya escenas minuciosamente robadas a los sueños.
Lavapiés, Tetuán de las Victorias, portales cenicientos del centro histórico, lugares y muros tatuados por los grafitis de nuestros hijos anarquistas, tienes es la decrepitud, del padre que se mira en el espejo con los ojos aún muy jóvenes y que se niega a creer en la vejéz, en las garras de león del tiempo.
Amalia Avia pinta esa desolada nobleza de los paisajes urbanos más modestos, y lo hace siempre con un colorido discreto que huye tanto de la estridencia como sus temas lo hacen de la mera anécdota. Que cada uno de sus espectadores ponga la historia que quiera, que la imagine, que deja correr sus propia memoria. Sus cuadros saben ser así con probada honradez los catalizadores mudos de una emociones ajenas. Y en esa acendrada tradición del pudor castellano, Amalia pinta y calla.
Marcos-Ricardo Barnatán
Crítico de Arte del Diario El Mundo